Piano | Javier Perianes |
Director | David Afkham |
Orquesta Nacional de España | |
Programa | |
Johannes Brahms | Concierto para piano y orquesta núm. 1 en Re menor, op. 15 |
Franz Schmidt | Sinfonía núm. 4 en Do mayor |
En esta temporada, la Orquesta Nacional de España se hace cargo de tres programas sinfónicos conmemorativos del Centenario del Nacimiento de Alicia de Larrocha (1923-2009), una de las grandes expertas españolas del piano, conocida en el mundo entero.
Dentro de la línea temática “Sinfonismo crepuscular”, esta propuesta estará compuesta por las obras Concierto para piano y orquesta núm.1 en Re menor, op. 15 de Johannes Brahms y Sinfonía núm.4 en Do mayor de Franz Schmidt.
En lo que se refiere a la segunda parte de la matinée, «Morir en la belleza» fue la expresión utilizada por el austríaco Franz Schmidt para referirse a su cuarta sinfonía, estrenada en 1934 junto al concierto para piano de Schumann y el Zarathustra straussiano.
Como estiman los expertos del coliseo madrileño, “La obra es un réquiem por el fallecimiento de su única hija Emma –con 30 años– tras dar a luz a su único hijo. La obra, de diáfana construcción y de una sobria expresividad heredera de la tradición sinfónica postromántica, es considerada la obra maestra de este autor poco conocido fuera del ámbito germánico”. De hecho, en cambio, es bien transitado por el responsable estable de la OCNE, que lo dirige esta vez en el Auditorio Nacional.
Muchas dudas despertó por su parte la obra que abre el programa de este nuevo fin de semana (Sinfónico 6) de Brahms que, a sus 25 años de edad, lo compuso en su camino de iniciación creativa. No fue hasta que el director de orquesta y pianista Hans von Bülow la consagrara, que empezó a apreciarse y difundirse.
Javier Perianes, es un pianista español, probablemente el de mayor proyección internacional en la actualidad. Se ha presentado con mucho éxito en las más prestigiosas salas de conciertos del mundo y con las principales orquestas, colaborando con directores como Daniel Barenboim, Charles Dutoit, Zubin Mehta, Gustavo Dudamel, Klaus Mäkelä, Gianandrea Noseda, Gustavo Gimeno, Santtu-Matias Rouvali, Simone Young, Vladimir Jurowski y François-Xavier Roth, y en festivales como los BBC Proms, Lucerne, Salzburg Whitsun, La Roque d’Anthéron, Grafenegg, Primavera de Praga, Ravello, Stresa, San Sebastián, Santander, Granada, Argerich Festival, Vail, Blossom y Ravinia.
El Concierto para piano y orquesta n.1 en re menor, op. 15, es una partitura que Johannes Brahms compuso para ese instrumento en 1858 y estrenó el 22 de enero de 1859, en el Teatro Real de Hanóver. El propio compositor se presentó como solista y Joseph Joachim estuvo en la batuta. La primera audición en privado tuvo lugar el 30 de marzo de 1858. Vio la luz en uno de los peores momentos de su vida, después de ver cómo su maestro y compañero, Robert Schumann, perdía el juicio y finalmente moría en un manicomio.
El 27 de enero de 1859, en el Gewandhaus de Leipzig, al presentarse la obra por segunda vez, la audiencia rechazó la obra con silbidos. Simboliza el esfuerzo de Brahms por combinar los efectos pianísticos con la orquesta.
Nadie mejor que un solista como Javier Perianes, para imprimir todas las texturas, los colores, en un fondo siempre melancólico, de duelo, como se quiso resaltar en las notas firmadas en el programa de mano. Un toque discreto, sentido, de sensibilidad evidente, las manos de Perianes dialogan en un teclado habitado por hermosos arpegios, trinos cambiantes, climas que orillan las emociones en un claroscuro permanente, acompañado por una orquesta, que, al mando de David Afkham, desencadena los afectos y las sensaciones, contenida, eficaz, organizada, en todos los planos sonoros, con un concertino, Miguel Colom Cuesta y un segundo violín perfectamente interconectados, también con el pianista.
Una relación muy peculiar y estrecha pareció establecerse con los dos chelos de primera fila, especialmente con el más cercano a la batuta, que ejerció durante todo el concierto una especie de vigilia tutelar llena de dulzura y capacidad de acompañamiento a Perianes, observando, moviendo levemente la cabeza mientras tocaba, que empastó a la perfección con el sonido limpio y pulcro de la OCNE, absolutamente fundido con el del pianista. Se despidió con una propina, siempre con la mayor eficacia y la elegancia que lo caracteriza (traje gris topo como el del maestro a cargo de la orquesta). Fue ovacionado por todos los presentes, muchos, que poblaban la sala esa mañana.
En cuanto al compositor de la partitura de la segunda parte, también una sublimación artística de la pena y la pérdida, Franz Schmidt o Ferenc Schmidt (Presburgo, 22 de diciembre de 1874 – Perchtoldsdorf, 11 de febrero de 1939) fue un compositor posromántico, pianista, violonchelista y pedagogo austrohúngaro.
Consiguió con los años un puesto como violonchelista en la Orquesta de la Ópera Imperial de Viena, donde tocó hasta 1914, a menudo a las órdenes de Gustav Mahler. Mahler solía encargar a Schmidt todos los solos de violonchelo, a pesar de que Friedrich Buxbaum era el violonchelista principal. Schmidt también era muy solicitado como músico de cámara. Como profesor de piano, violonchelo y contrapunto y composición en la Academia, formó a numerosos instrumentistas, directores y compositores que más tarde alcanzaron la fama.
Su vida estuvo llena de contratiempos, amargos y difíciles de sobrellevar, circunstancias que plasmó en buena parte de su producción. El empeoramiento de su salud le obligó a retirarse de la Academia a principios de 1937. En el último año de su vida, Austria se incorporó al Reich alemán con el Anschluss, y Schmidt fue aclamado por las autoridades nazis como el mejor compositor vivo de la llamada Ostmark, aunque se le consideraba un "representante del arte religioso". Recibió el encargo de escribir una cantata titulada La resurrección alemana (Deutsche Auferstehung), lo que, después de 1945, fue tomado por muchos como una indicación negativa de su simpatía nazi.
En su música, Schmidt siguió desarrollando las tradiciones clásico-románticas vienesas que heredó de Schubert, Brahms y Bruckner. También retoma el estilo "gitano" de Liszt y Brahms.
Entre su corpus destacan Notre Dame, ópera romántica en dos actos, con texto de Victor Hugo por Franz Schmidt y Leopold Wilk, compuesta entre 1902-1904 y Estrenada en Viena en 1914, Fredigundis, el Oratorio El libro de los siete sellos (Das Buch mit sieben Siegeln) para solista, coro, órgano y orquesta, texto según el Apocalipsis de San Juan; compuesto entre 1935-1937. Estrenada en Viena en 1938.
Sabe destacar a la perfección el maestro Afkham, de manos nacaradas que abre y cierra como cálices dando las entradas y los matices a la orquesta, la sutileza rítmica y la complejidad armónica de esta música de Schmidt. “Su Sinfonía n.º 4 en do mayor. comienza con una larga melodía de 23 compases en un solo de trompeta sin acompañamiento (que vuelve al final de la sinfonía, "transfigurada" por todo lo que ha intervenido) y unos inquietantes pizzicati de contrabajos que figuran el latir de un corazón. El Adagio es una inmensa estructura ternaria ABA. En el Molto vivace aparece el eco de Bach y el contrapunto, comenzado por un fugato introducido por violas. En el cuarto movimiento, Tempo primo un poco sostenuto, se recapitula el primero, comenzado por la trompa”.
Un concierto de enjundia, fatigoso de interpretar por lo que implica de aportación personal de todos y cada uno de los integrantes de esta orquesta perfeccionista, el esfuerzo incluso físico de retención, de control, de cambios atmosféricos provenientes desde lo mas profundo de la partitura y de una dirección- la de David Afkham- siempre certera, apolínea y exquisita. Llovieron los bravos y los aplausos, claro.
La recension se riferiere a la fonction de 12 de noviembre, 2023
Alicia Perris